Volvió Jesús a Cafarnaún y se corrió la voz de que estaba en casa. 2Se reunieron tantos, que no
quedaba espacio ni a la puerta. Y les exponía el mensaje. 3Llegaron unos llevando un paralítico entre
cuatro; 4y, como no lograban acercárselo, por el gentío, levantaron el techo encima de donde
estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla en que yacía el paralítico. 5Viendo Jesús
su fe, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6Había allí sentados unos letrados
que discurrían en su interior: 7¿Cómo puede éste hablar así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar
pecados, sino sólo Dios? 8Jesús, adivinando lo que pensaban, les dice: ¿Por qué están pensando
eso? 9¿Qué es más fácil? ¿Decir al paralítico que se le perdonan los pecados o decirle que cargue
con la camilla y comience a caminar? 10Pero para que sepan que el Hijo del Hombre tiene autoridad
en la tierra para perdonar pecados, dice al paralítico: 11yo te lo mando, levántate, carga con
la camilla y vete a casa. 12Se levantó de inmediato, cargó su camilla y salió delante de todos. De
modo que todos se asombraron y glori!caban a Dios diciendo: Nunca vimos cosa semejante.